lunes, 5 de septiembre de 2011

el desafio nuestro de cada dia

“Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.”

 

Y aquí estoy, pensando en un homenaje póstumo a una persona que no conocí, que hace unos días me hubiera parecido un ricachon mas repartiendo limosna, pensando en que "solo cumplía con lo mínimo", criticando sin conocer.  Y sin embargo aquí estoy pensando en que tengo muy poca pasta de héroe como para seguir esos pasos algún día.

Acá radica realmente la diferencia entre solidaridad real y solidaridad por cumplir, solidaridad por amor a los demás y solidaridad por figurar.  Para quien la recibe, ambas son súper útiles, pero ¿cual es mas valiosa?, claramente la que se da con amor, la que se da de tu a tu, la que se entrega en persona.  Es en este momento donde florecen nuestras dicotomías, todas nuestras contradicciones de siempre, acá aparecen nuestras ganas de hacer el bien, de ayudar, de comprometernos, pero siempre tratamos de que  esas ganas se noten,  para que quien este atento te lo haga  saber, y luego a la comunidad,, para que se comente que eres una gran persona, solo para sentirte valorado, y ojala que te den las gracias, por ahí un aplauso, y si se puede, algún reconocimiento para acordarte lo bueno que fuiste, algo con tu nombre y tu apellido, pal`  currículum que presentaremos en el Cielo.      Pienso en los magnates que crean grandes fundaciones con sus nombres, que donan grandes sumas a pobres que no son mas que números, a personas que son estadísticas,  a idealizaciones de la precariedad, sin haberla conocido en persona.  Y no digo haberla sufrido, digo haberla conocido.  

Más allá de quien haya sido, Felipe Cubillos fue un grande, un tipo que para ayudar se iba a meter donde las papas queman, metía las patitas al barro, un tipo que entendió que se da mas enseñando a pescar que dando pescado, un tipo que hace rato estaba por una educación digna y de calidad, uno que no se guardo las ganas de hacer cosas por los demás.   Poco me interesa que haya sido de izquierda o derecha, creyente o no, poco me importa.  Un hombre no se mide por esas cosas, se mide por su huella, por su legado, por su trascendencia.  

La trascendental pregunta de San Alberto Hurtado; ¿Que haría Cristo en mi lugar?, tiene una respuesta inmediata y urgente en la obra que Felipe Cubillos encabezaba, ir por el necesitado, y no esperarlo en la comodidad y tibieza de tu casa, mirarlo y acogerlo, entregarle y no dejarlo solo, acompañarlo, darle ese empujoncito inicial y mirar como toma vuelo.  Todo eso es ciertamente un Desafío.

El testimonio, que echa al suelo la "solidaridad por cumplir" la que, a veces, nos pilla a nosotros mismos echando de mala gana una moneda al tarro de una persona que pide, pensando siempre en el uso que se le dará, haciendo juicios morales rápidos y baratos, contrastada con la que el practicaba, moviéndose, visitando, proyectando, poniéndosela como desafío.

Que importante es hoy dar todos los días la vida, aunque sea muy de a poco, por los demás, partiendo por saludar, por sonreír, por entregar lo poco que tenemos, hasta darla, aunque sea accidentalmente, por entregar esperanza a los que más la necesitan.

Tarde viene el homenaje, muy tarde, pero ojalá el testimonio de la vida de ese compadre sea un zamarreo a nuestras conciencias, a nuestra comodidad, a nuestro desanimo, nuestra displicencia.

Felipe, gracias por dejarnos ese gran desafío.