martes, 4 de enero de 2011

Una palabra tuya bastará para sanarme

Hay un momento significativo en cada Eucaristía, donde después de que el Sacerdote nos muestra al Cordero de Dios, con mucha Fé decimos - "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme".
Que gran acto de Fé requiere una frase asi!, y sin embargo, cuantas veces la decimos sólo como un acto de repetición, como un gesto mecanizado que carece de significado y sentimiento.
Convencernos de que necesitamos sanación y que Dios quiere sanarnos, requiere un cambio radical en nuestra manera de pensar y de vivir, una manera en la que reconocemos a Dios como aquel que es y que es nuestro Señor.  Que no somos nada sin Él, y que necesitamos de su presencia a diario.  Que, realmente, no somos dignos de mirarle a la distancia siquiera, sin embargo, nos viene a buscar y nos regresa nuestra dignidad sin cuestionarnos nada..
Al decir - Señor, No soy digno de que entres en mi casa..." estamos cubriendonos la cara con las manos, y con verguenza por nuestras faltas, de rodillas, ya no somos nadie, y sin embargo para Él somos todo, somos sus hijos, sus amados hijos.
Finalmente, en un acto de profunda Fé repetimos; "Una palabra tuya bastará para sanarme..." - Quien otro, sino Dios mismo puede realizar esta maravilla, sanarnos, no por nuestros méritos, sino que por nuestra Fé.  "Tu Fé te ha salvado" dice Jesús a la mujer que toca su manta. 
Es por nuestra Fé que esperamos ser sanados siempre por el Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario