miércoles, 12 de enero de 2011

Jesus Hermano (Quien es Jesus? 2)


"Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba. " Carta a los Hebreos 2,14-18.
Nuestra hermandad y semejanza con Jesús tiene que ver con que Él vino a nosotros como uno de nosotros.  Nació de una mujer, creció bajo el alero de una familia y fue educado de la forma tradicional que imponía la sociedad de aquel tiempo y lugar.  Probablemente durante su crecimiento le pasaron muchísimas cosas, se puede haber enfermado, o jugando se cayó, pudo haber llorado, haber pasado frio o calor, y así un infinito de cosas que lo hicieron semejante a nosotros.  Dios lo quiso así.  Fácil sería pensar que Jesús pudo haber llegado a nosotros bajando entre las nubes, rodeado de gloria y majestad,  pero no, Dios lo quiso hermano nuestro, y no sólo eso, lo ubicó en un pueblo pequeño, no le entregó grandes riquezas ni tampoco lo puso en el seno de una familia poderosa.  Para muchas personas, Jesús sería como el hermano menor, el pariente pobre, el olvidado.  Dice Pablo en su carta a los Hebreos que el haber experimentado el dolor, el sufrimiento y la agonía, le dan a Jesús el poder y la autoridad para acompañarnos y ayudarnos en cada dolor, sufrimiento y agonía que sufrimos.  Este es un anhelo eterno del hombre, sentirse acompañado, sobretodo en aquellos momentos de necesidad.  Aquí además establecemos un punto muy importante en nuestra relación con Dios, la eterna pregunta de “Porque?” que hacemos cuando nos pasa algo, necesitamos aprender a cambiarla por “Para qué?” o “Que esperas de mi?”, de tal forma de poder llegar a entender de que se trata esa “visita de Dios” que experimentamos.  Muchas veces, en esos momentos complicados le pedimos a Dios que nos quite esa mochila, que nos sane, que nos alivie, pero rara vez le pedimos que nos acompañe, que nos guie y que nos indique cual es la finalidad de la prueba. 
El dolor y la tristeza son parte de nuestra vida, sin embargo, los esquivamos, tratamos de hacer como que no existen, cuando lo vemos en un hermano nuestro hacemos lo más fácil, miramos para otro lado así intentamos hacerlo desaparecer de nuestra vida y seguimos el camino haciéndole el quite.  Cuando llega nos enojamos y culpamos a Dios.  De la misma forma existe la alegría y el gozo, la felicidad, sentimientos que seguramente también sintió Jesús cuando nos visitó, pero los buscamos en lugares errados, en los éxitos personales y profesionales, en lo que tenemos y en lo que aspiramos a tener.  Finalmente apariencias.
Jesús es nuestro hermano porque el Padre así lo quiso,  porque consideró que la mejor forma de reunir a sus hijos en su casa era siendo llamados individualmente por uno de sus hermanos, porque consideró que ninguna persona de fuera de nuestra familia nos conoce tan bien, porque entre hermanos se produce un amor tan profundo que a través de Él llegaríamos a amar al Padre.

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