lunes, 10 de enero de 2011

¿Quien es Jesús?


"Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".
Hoy muchas personas, muchas veces nosotros mismos, nos preguntamos: Finalmente ¿Quien es Jesús?, y en nuestros diccionarios interiores, de inmediato acudimos a las respuestas pregrabadas que aprendemos en toda nuestra vida, repitiéndolas, a veces sin medir ni considerar su significado, y en muchos casos mecánicamente:
Jesús es: El Salvador, El Mesías, El Rey, Dios.
Todas ellas respuestas válidas y de una profundidad tremenda (por lo que vale la pena profundizarlas y darse un par de segundos antes de responderlas). 
Veamos que dice el Evangelio, en particular este pasaje tomado de Mateo (Cap. 3, 13-17): Jesús fue donde Juan, a orillas del rio Jordán, a ser bautizado.  Juan, por razones que nos pueden parecer obvias a primera vista, se niega, pero Jesús insiste y le dice - Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo.  Juan, ante tal revelación, lo sumerge y el cielo se abre, me imagino que con un fuerte estruendo, baja el Espíritu Santo, en forma de paloma, y una voz del cielo proclama: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección.  (Mi interpretación puede resultar un tanto simplona).
Como primera cosa; Padre, Hijo y Espíritu Santo en una misma escena.  Impresionante!
Debemos mencionar que Jesús se bautiza por una gran razón, una razón que nos llega hasta el alma.  Él, que es Dios, también es hombre, en Él somos hijos de Dios, como hombre nos hace sus hermanos, pero establece esta hermandad en un mandato que es clarísimo, dice: “…Conviene que así cumplamos todo lo que es justo”.  Finalmente todos debemos bautizarnos para hacernos hermanos de Jesús.  Esta es la gran respuesta sobre la necesidad del bautismo.  El sacramento mediante el que nos presentamos y nos reconocemos como hijos de Dios, a través de la Santa Trinidad.
Esa hermandad, de la que gozamos con Jesús, es un regalo que se pagó con sangre y dolor, y no podemos rechazarlo.  Finalmente, somos Hijos de Dios en Jesús.  Necesitamos aspirar a otra cosa en la vida?, la experiencia personal me dice que no, y debo reconocer que he aspirado a muchas cosas.  Al ser humanos, como somos, estamos pendientes de nuestras necesidades materiales más que de las espirituales, en nuestra vida, regularmente preferimos buscar el éxito, personal y profesional, la felicidad se pone un disfraz de cosas materiales, y se camufla con forma de aparatos, dinero, apariencias, cuando nos extraviamos la buscamos en terapias, drogas y doctores, nuestra espiritualidad busca su dimensión en el médico-brujo de moda.  No nos permitimos darnos el tiempo para escuchar lo que dice nuestro corazón y, de esa manera buscar nuestra felicidad verdadera, y de encontrarnos con nuestro creador, que es el eje de nuestra felicidad.  En nuestra vida, Dios, que nos entrega todo (Incluyéndose a sí mismo, a través de Jesús) - queda relegado a un segundo plano, y nos extraviamos de su camino.  Él, que nos da “nuestra parte de la herencia” además nos regala la libertad para ir a gastarla toda a "otro país".
Dios está muchas veces en una dimensión menor de nuestra vida, lo perdemos de vista, y con ello, perdemos la sensibilidad para percibirlo.  Dios golpea nuestra puerta, y preferimos comer solos a que nos acompañe.  Disculpen la vulgaridad, así de giles somos.  Lo bueno es que, cuando ya no queda nada, cuando ya no tenemos nada, nos vuelve a recibir en sus brazos, nos devuelve la dignidad, y no se lo guarda para Él, sino que se lo dice a todos:  Este es mi hijo predilecto, en quien tengo toda mi predilección.  Finalmente, somos hijos de Dios, y todos y cada uno, en nuestras diferencias y diversidades somos sus predilectos.
La respuesta a la gran pregunta - ¿Quien es Jesús? - se entrega en una respuesta infalible, es la respuesta de Dios mismo, Jesús es el hijo amado, el hijo único, el hijo predilecto, y en nuestra humanidad y en el camino que recorremos durante nuestra vida, estamos llamados a ser como él. 
Buscar a Dios, para hermanarnos con Jesús, es una tarea ardua, muy compleja, pero no menos bella ni imposible.  Esa es nuestra misión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario